2.14.2011

"De la brevedad de la vida" - Séneca

Hoy no soy yo, pero como si lo fuera. Lucio Anneo Séneca, filósofo romano del siglo I d.C., va a decir algo que probablemente yo lleve demasiado tiempo intentando decir. Es un texto que pertenece a su obra "De la brevedad de la vida". Sólo espero que lo disfrutéis tanto como lo hice yo cuando lo descubrí.

III

Ciento o más años te agobian; pues bien, llama a cuentas a tu existencia; computa qué porción de este tiempo se te llevó el acreedor; qué porción la amiga, qué porción el rey, qué porción el cliente, qué porción tomaron las charlas con tu mujer, qué parte la corrección de los esclavos, qué parte las caminatas por la ciudad en cumplimiento de los deberes de la cortesanía; añade a esta suma las enfermedades que tú mismo provocaste; añade el tiempo que sin provecho discurrió, y verás cómo tienes más pocos años de los que cuentas. Haz memoria de cuántas veces perseveraste en el propósito, de cuántos días transcurrieron con la destinación que les asignaste, de cuándo sacaste provecho de ti mismo, de cuándo tu rostro mantuvo una tranquila dignidad, de cuándo tu alma no sucumbió a la cobardía, de cuántas obras terminaste en tan largo plazo de vida, dé cuántos te la defraudaron sin que tú sintieses la pérdida, cuánto de ella te restó el dolor vano, la necia alegría, la codiciosa avidez, la conversación complaciente, y cuán poco se te dejó de lo que era tuyo. Entonces comprenderás que tu muerte es prematura.

¿Cuál es la causa de todo esto? Que vivís como si tuvierais que vivir siempre; que nunca os viene a las mientes la idea de vuestra fragilidad; que no medís el tiempo que ya ha transcurrido; lo perdéis como si tuvierais un repuesto colmado y abundante, cuando, por ventura, aquel mismo día de que hacéis donación a un hombre o a una cosa, será para vosotros el último.

VIII

Acostumbro maravillarme de ver cómo algunos piden tiempo, y que aquellos a quienes lo piden son muy fáciles en darlo. Unos y otros hacen caudal de aquello por lo cual piden el tiempo, pero ninguno hace caudal del tiempo mismo. Pídase como nadería y como nadería se da; se juega con la cosa más preciosa del mundo; y lo que engaña es ser el tiempo incorporal, que no impresiona la vista, y por eso se le tiene por cosa despreciadísima, o mejor, de valor nulo.

Nadie restituirá los años, nadie te los devolverá. Seguirá su camino la edad y no modificará su dirección ni atajará su andadura; ningún ruido hará, ni te dará aviso de su velocidad; avanzará con pies de fieltro. Ni mandato real ni favor del pueblo pondrán su meta más lejos; correrá con la misma prisa con que el primer día se lanzó a la carrera; no se equivocará, no se detendrá. ¿Qué pasará? Que tú estarás descuidado y la vida se apresurará y luego se presentará la muerte a cuyo poder, lo quieras o no, serás entregado.


Y ahora, ¿estáis dispuestos a perder vuestro precioso tiempo?


3 comentarios:

  1. Y dime, ¿cómo perdemos el tiempo? ¿Quién decide las cosas que hay que hacer para no perderlo? Eso es algo de cada uno, yo, no creo que pierda el tiempo, y seguramente tú tampoco, pero es lo que se suele decir, ¿no?

    ResponderEliminar
  2. No existe eso de matar el tiempo. El tiempo te mata a ti.

    ResponderEliminar
  3. Creo que Séneca tenía toda la razón al escribir esto. Yo sí pienso que muchas veces perdemos el tiempo como si este fuese infinito para nosotros. Dejamos muchas cosas para mañana: empezar a estudiar, enfrentarnos a nuestros problemas, decir te quiero a quien queremos,... bien por miedo o por pereza. Pero nunca pensamos en que tal vez no exista ese mañana. Me ha gustado sobre todo el ultimo párrafo, permíteme que te lo copie :P

    Un beso :)

    P.D: a mi regular, de momento de 5 llevo 2 aprobadas y una suspensa... y esperando! jaja

    ResponderEliminar