5.31.2010

Un "hasta luego".

Voy a hacer un pequeño experimento hasta que terminé la selectividad. Son algo más de dos semanas, diecisiete días. Diecisiete días sin nada ni nadie. Sólo con el contacto de algunos compañeros de clase, del baloncesto y de los más importantes de mi familia. Quiero saber lo que es alejarse, de todo y de todos, y volver. Quiero saber que me voy a encontrar a mi vuelta. Quiero encontrar algunas respuestas a tantísimas preguntas que tengo. Quiero ver si la gente que me rodea me quiere tanto como dice. Quiero encontrar soluciones a muchos problemas.

A la vuelta hablamos. Nos vemos.

5.18.2010

Un mundo mejor, un mundo feliz.

Se recuesta sobre su cama, harta del mundo y cansada de la rutina. Sus ojos se cierran y cae el telón de lo consciente. Es momento de la imaginación.


De repente, abre los ojos. Su habitación oscura es ahora verde y está repleta de luz y calor. Sin previo aviso, el colchón de su cama estira sus patas y comienza a caminar. Todo lo que le rodea parece tener vida propia. El colchón empieza a bajar las escaleras del primer piso y se coloca frente a la puerta principal de la casa. La enorme lámpara de pie que antes parecía un palo de hierro inservible, ahora estira uno de sus brazos y abre la puerta. El colchón sale a la calle, con ella encima, e inexplicablemente despliega dos enormes alas color violeta. El colchón comienza su vuelo y asciende varias decenas de metros sobre el suelo acompañado de miles de lápices de colores. Desde allí, la chica puede ver la ciudad y no reconocerla. Todo está cambiado, las tenues luces grises de las calles ahora son de color azul y los claxones de los coches, graves y ensordecedores, ahora suenan como cantos de sirena. La gente camina por la calle dando saltos de júbilo y alegría, sin lugar para las preocupaciones ni los problemas. Los niños pequeños corren por las plazas sin el temor de sus padres ante violadores o ladrones. La gente es feliz, la ciudad está llena de colorido y sentimientos de bondad, amistad y amor.


Y de repente, tal y como comenzó ese viaje, todo se desvanece. La chica despierta alterada por la alarma de su móvil. Son las siete y media de la mañana de un nuevo día. Por suerte, recuerda lo que ha soñado y sonríe levemente. Piensa que conseguir un mundo así es imposible, útopico y estúpido de perseguir.


A los cinco minutos, cuando está preparándose su leche con cacao antes de marchar al instituto, se sienta en un taburete de la cocina y piensa: quizás, si lo intentase, dejaría de ser imposible. Cuando termina con su desayuno, sale de casa hacia el instituto con una sonrisa enorme, dispuesta a conseguir su sueño y el de otros muchos: un mundo mejor, un mundo feliz.

5.12.2010

Dreams

Aquella tarde él la envolvió en una burbuja de erotismo en la que el placer y el deseo fueron sus compañeros de viaje. Él acarició cada recoveco de su cuerpo en busca de la perfección, porque sabía que estaba en su cuerpo. Y la encontró. En el lado izquierdo de su pecho, justo debajo de su clavícula descubierta, estaba su más absoluta perfección: su corazón. Sentía como latía fuertemente, como si fuera a hacer explotar su cuerpo en mil pedazos.

Y justo en ese instante, cuando iba a encontrarse con lo que llevaba anhelando desde hace dos años, despertó. El despertador hizo acto de presencia con su desagradable ruido metálico y todo desapareció. La más absoluta realidad pasó a ser un simple deseo cohibido del inconsciente. Rescostó su cabeza sobre la almohada y se quedo mirando al horizonte a través de la ventana. Soñando despierto.

Pobre ignorante esperanza...



Tell me what you know about dreamin’ dreamin’...

5.08.2010

Quería...

Él quería darle los besos más dulces que jamás nadie le había dado. Quería darle la mejor de sus sonrisas. Quería acariciarla como nunca antes lo habían hecho con su cuerpo. Por querer, quería hacerla soñar, que supiera lo que era el cariño. Quería no alejarse más allá de dos centímetros de sus labios mientras la miraba a los ojos. Quería tocar su pelo y hacerla suspirar. Quería jugar con sus manos. Quería...



Y ya, nada vale.
Ella se perdió en la inmesidad del mundo.
Él se perdió en la flaqueza de su ausencia.