6.19.2011

Esto soy yo.

Soy cariño, fraternidad, amistad y calor. En otras ocasiones me defino por la frialdad, el distanciamiento y el enfrentamiento. Soy inteligencia, trabajo y perseverancia. Talento y esfuerzo. Otras veces, en cambio, soy estupidez, inexperiencia y vaguedad. Así, esto soy yo: soy opuestos que se complementan en un mismo cuerpo.

Con esta definición, creo considerarme alguien especial, que se salta la norma de lo general para intentar ser una persona única. Lo coloquial es definir a las personas como únicas y diferenciadas de todas. En cambio, la realidad es que podrían hacerse grupos específicos marcados por las características generales de las personas salvando ciertos rasgos únicos. Yo quiero desetiquetarme, ser ajeno a la caracterización que la sociedad hace de mí. Quiero mostrarme tal y como soy sin guardar relación alguna con lo que se presupone de mi persona. Conseguir saltar las fronteras que la sociedad me impone y ser quien yo quiero ser. Es difícil pero, bajo mi punto de vista, posible.

Admiramos a los genios científicos, a los deportistas de alto nivel, a los grandes literatos, a los sobresalientes actores de cine... ¿Por qué yo no puedo sobresalir como lo hacen ellos? ¿Qué me hace diferente de cada una de esas personas a las que veneráis y que alejáis del grupo de los normales? Pienso, ya que esto es una opinión subjetiva, que todos podemos llegar a alcanzar ese grado de divinización que sufren ciertos personajes. Lo que caracterizan a estas personas suele ser su talento. Bien, digamos que sí, creo en él. Pero no lo veo la mayor fuente de esa divinización que hablaba. Creo que el trabajo, la capacidad de sacrificio por mejorar en lo que uno desea surte más efecto en ese aumento de lo único que reside en nosotros que el propio talento. Porque al final, el trabajo crea el talento.

Por tanto, espero que todo eso que en el primer párrafo me definía pase a ser algo secundario. Mi objetivo es único, nunca mejor dicho, y esencial: trabajo. Sin él no obtendré nada, salvo cosas mundanas y carentes de placer para mí. Sin él, no conseguiré desetiquetarme. Sin él, no tendré la posibilidad de ser yo. En conclusión: quiero que mi potencia, entendida en el sentido que daba al término Aristóteles, aquello que yo quiero ser en realidad, se convierta en presente. Y eso, según entiendo yo, sólo tiene una vía de alcance: trabajo.






PD: andar descalza, no sé quién eres y no puedo comentarte en ningún sitio. Pero aquí tienes lo que querías, mi vuelta.

2 comentarios:

  1. Una aficionada a tu blog... hace poco que me hice un escondite de estos y leer blogs como el tuyo me dan mas ganas de seguir con el mio. No se exactamente que puedo darte para que me contestes aunque con tu vuelta ya quedo respondido... Un saludo!

    ResponderEliminar
  2. la verdad me gusta lo que escribiste, se nota que luchas por lo que quieres
    un beso!

    ResponderEliminar