7.01.2010

Ni un céntimo.

Recuerdo la última evaluación de cuarto de la ESO. Según el orientador del instituto, mis probabilidades de aprobar bachiller eran, puestas bajo los resultados de los test, bajas. Recuerdo el final de la primera evaluación de primero de bachiller: tres asignaturas suspendidas. Decían que así iba a repetir curso. Recuerdo septiembre del año pasado, antes de empezar segundo de bachillerato. Decían que era una locura estudiar segundo de bachiller, entrenar dos equipos de baloncesto y jugar en otro. Recuerdo el suspenso de matemáticas en la primera evaluación de segundo de bachiller. Se comentaba que a ese paso iba a quedarme sin aprobar. Recuerdo la semana antes de selectividad. Se sorprendían al decirles que aún no había empezado a estudiar.

Ahora todo ya es agua pasada. Ahora recuerdo yo como el 24 de junio, con bachiller aprobado, veía la nota de selectividad en la página de la universidad de Murcia. Aprobado, ese era el veredicto. La nota, mediocre, era lo que menos me importaba. Me importaba más, no sé si por orgullo o coraje, haber cerrado tantísimas bocas. Haber mandando a la mierda el tópico de "si estudias el día de antes suspenderás". Haber demostrado que, haciendolo a mi manera, había podido.

Nadie daba nada por mí. Ni tan siquiera un pequeño aliento cuando iba agotado. Todos me empujaban contra las llamas del infierno. Nadie se atrevía a darme ánimo porque pensaban que el final sería pésimo. Nadie daba ni un céntimo por mi forma de actuar, ni por mí.

Esta mañana, cuando rellenaba la preinscripción de la universidad, pensaba en todo eso. Me he acordado de todos y cada uno. Y, viendo como ha acabado esta aventura, sólo he podido sonreir. Como bien dicen en los rascas de algunos productos cuando no has conseguido el premio: "por favor, vuelva a intentarlo". De mientras, gracias por jugar.





Algunos me aconsejaban que me rindiera o que me callara,
yo era el dedo en el culo de todo aquel que me cruzaba...

No hay comentarios:

Publicar un comentario