4.08.2010

Quemando penas.

Llego a casa después de un agotador día de trabajo. Está a oscuras, apagada, como si la luz no quisiera aparecer hoy.

Cojo un vaso de cristal y echo algunos cubitos de hielo en él. Camino hasta el comedor, con la mirada apagada. Mi cuerpo está cansado, pero mi mente aún más. Abro uno de las puertas centrales del armario. Dudo entre ron cubano y whisky escocés. Me decido por el último, necesito algo que queme mi voz y oscurezca mi alma.

Me siento en el sillón de cuero marrón. Hace tiempo que no enciendo la televisión, me parece inservible. Tampoco quiero música, algo extraño, pero el momento creo que no lo merece. Sencillamente cierro los ojos y bebo.

Sólo quiero estar solo, apartado de todo y de todos. Únicamente quiero que mi cuerpo se apague, que mi mente eche las cortinas al mundo y escuchar como mi corazón va poco a poco llorando lágrimas de páginas nunca escritas.

1 comentario: